sábado, febrero 16, 2008

¿DÓNDE?

¿Me extravié en la fiebre? ¿Detrás de las sonrisas? ¿Entre los alfileres? ¿En la duda? ¿En el rezo? ¿En medio de la herrumbre? ¿Asomado a la angustia, al engaño, a lo verde?... No estaba junto al llanto, junto a lo despiadado, por encima del asco, adherido a la ausencia, mezclado a la ceniza, al horror, al delirio. No estaba con mi sombra, no estaba con mis gestos, más allá de las normas, más allá del misterio, en el fondo del sueño, del eco, del olvido. No estaba. ¡Estoy seguro! No estaba.

Oliverio Girondo

jueves, octubre 19, 2006

El cuidadano Kevin

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"No voy a ser yo"
 
El que se quede sin dar el paso, no voy a ser yo
Quien se canse de tus abrazos, no voy a ser yo
No voy a ser yo, no voy a ser yo
Tengo tiempo y tengo paciencia, y sobre todo
Te tengo dentro de mi existencia de cualquier modo,
Y aunque falte tal vez bastante, no voy a ser yo
El que se canse antes, no voy a ser yo
Hay gente que no debería enamorarse
Algunos no deberíamos dar el sí
Yo no veo otra salida, no quiero pasar la vida
Sin que la vida pase a través de mí...
Quien se esconda de lo que siente, no voy a ser yo
No voy a pisar el freno, no voy a ser yo
El que se ande con más o menos, no voy a ser yo
Hay gente que no debería involucrarse
Con cosas que luego no pueden manejar
Yo no veo otra salida, no quiero pasar la vida,
Pisando una piedra y volviéndola a pisar...
Si querés un Principe Azulado, no voy a ser yo,
Si querés un ´Bangundangunladu´*, no voy a ser yo
 



sábado, octubre 14, 2006

Gonzalo Millán (1947-2006)


AUTORRETRATO EN EL LABERINTO DE LA CATEDRAL DE AMIENS

Eres el gran laberinto de la Catedral de Amiens.
La encrucijada prohibida y permitida al hijo errante.
Eres el antro mismo, madre sin fondo,
El inundado abismo donde crece la perla.
Eres el ojo de una telaraña
Tejida con piedras azules y blancas.

A medida que sigo el torcido camino
Lo que busco cambia.
No sé si prefiero las manzanas
O el cuero de un carnero de oro.
No sé si viajo dentro o fuera de mi mismo.
Ya no sé si busco el centro o la salida.

Ya no sé detrás de quién avanzo
como un paralizado peregrino.
No sé si voy o vuelvo de Santiago.
No sé si alguna vez estuve en Tierra Santa
O lo soñé de rodillas.





TESTAMENTO

Odio los testamentos y odio las tumbas.
                                    Ch. Baudelaire
 
Al fuego, mi único heredero,
dejo mi noble cuerpo,
y al viento albacea,
la dispersión de mis cenizas.

Nada dejo a la tierra
que invierte
la carne en sus entrañas.

A la poesía lego
la imagen póstuma
de mi corazón martillando
como un puño de brasa
el refrigerador del infierno.

miércoles, septiembre 13, 2006

Caché (Escondido): La ambiguedad de lo real


¿Puede una imagen captar la realidad? Definamos la palabra captar: Percibir por medio de los sentidos. // Recibir, recoger sonidos o imágenes. Si quién registra la banda de sonido e imagen es una cámara de alta definición diseñada para tales fines, lo que vemos al revisar lo grabado ¿es lo que de verdad sucedió? ¿Una exhibición subjetiva de los hechos? ¿Un simulacro de lo real?. Pregunta: ¿Por qué las imágenes de aficionados que se reiteran por estos días de las Torres Gemelas derrumbándose son para todos quienes no estuvimos ahí la oportunidad de ver lo que de verdad sucedió ese 11/9 en NY ?. Respuesta: Porque vivimos en una época en que lo que lo que se ve es lo que es. Ya no sólo la realidad proyecta imágenes sino que también y quizás cada vez con más fuerza, las imágenes construyen realidad. Es en dicho dilema entre la imagen y lo audiovisual, lo vivido y lo re-creado que se enmarca la trama de CACHÉ, la notable última película del director Michael Haneke. Esta cuenta la historia de Georges Laurent (Daniel Auteuil) un respetado intelectual cuya acomodada vida junto a su exitosa mujer (Juliette Binoche) y su hijo se ve alterada por la extraña aparición de unos videos que progresivamente delataran ciertos aspectos desconocidos de su pasado.

Desde el comienzo del filme, Haneke juega con la reflexividad y especularidad de la imagen, al mostrar un plano general de la casa de ambos desde una cámara fija (al modo de las de vigilancia) como si fuera el primer registro que capta el accionar de los personajes cuando lo que en realidad estamos viendo es la pantalla del televisor (cuyo encuadre coincide con el cinematográfico) que miran con curiosidad Georges y Anne para conocer el contenido de la misteriosa cinta que ha aparecido en su puerta. Lo único que nos permite distinguirlo son las líneas propias de Rewind.

En otras palabras, la focalización (lo que ve el espectador) se funde con la ocularización (lo que ve el personaje) y esa ambiguedad de los hechos registrados se mantendrá a lo largo del filme. Es la constatación de la crisis de la imagen en la cual se ha difuminado la distinción entre la ficción y el documento. Así, las imágenes de video se equiparan en calidad y validez a las cinematográficas, las imágenes de la memoria a las de la realidad y las apariencias que originan los prejuicios a las que avalan los juicios. En conjunto, las imagenes narran una historia dentro de la historia y configuran un texto dentro del texto. Es misión del espectador determinar e interpretar la relevancia de cada una de ellas. Haneke se rebela ante la producción de realidad digerida y verdad única que ofrecen los mass media hoy en día y emprende la tarea de demostrar, en palabras de Bazin, que "lo real es ambiguo." Premisa en la que involucra al propio ejercicio del cine de "reconstruir escenas" y montar imágenes. Para ello, filma en su mayoría en plano general desde un ángulo fijo y la temporalidad del relata está dada por el devenir de los personajes sin alteraciones rítmicas. Técnica propia del registro que pretende ser objetivo. Rigurosidad que se pone en tensión al mostrarnos un contenido ambiguo. (Cuando quien capta no es una cámara sino un ojo, lo hace a través de ventanas)

Un profesor decía que la vida consistía en abrir y cerrar puertas; Haneke sin duda adscribe a dicha teoría al articular el relato en la dicotomía del Adentro y del Afuera. Los videos misteriosos registran en un primer momento las entradas y salidas de los dueños de casa, luego el frontis del domicilio de infancia, más tarde el ingreso a un edificio que culmina en la puerta de un dpto... En suma, llegadas y retiradas marcan el accionar de todos los personajes del filme. La lógica del Afuera como representativo de lo extraño, impredescible, peligroso, en oposición al Adentro (hogar) símbolo de intimidad, protección, seguridad es invertida con la aparición sucesiva de las cintas mencionadas. De ahí que el acceso a la casa de los Laurent implique traspasar varias puertas, subir escalas. De ahí que en un momento de abatimiento Georges cierre las cortinas o se niegue a encender la luz o que cuando aislado de la amenaza externa, a solas y desnudo, literal y metafóricamente, combata la amenaza interna de su propia psiquis con pastillas para dormir.

La aparición de las cintas es la violación a ese espacio protegido, pero una vez que el "enemigo" está dentro es una forma de gatillar una indagación interna en la vida pasada de Georges que desencadenará la caída de las máscaras.

El encuadre de las tomas del interior de la casa da cuenta de un entorno compuesto por soportes de re-producción de realidad/ficción: almuerzan entre libreros, ven constantemente televisión, en el living hay espejos como cuadros. En cuanto a dinámica familiar se evidencia muy poca comunicación verbal entre marido y esposa e hijo, sin embargo tienen una constante vida social. Notable son los planos/contraplanos que da cuenta de la primera discusión de la pareja donde ella le pide confianza y que le diga lo que está pensando. Auteuil impenetrable. Binoche con angustia contenida y a sus espaldas un espejo que refleja un estante. Escena que termina con un portazo de Anne. Resulta significativo además, que nunca se quiebren emocionalmente estando juntos y que cuando a Georges se le pregunta por el estado de su esposa responda "Bien" como formalidad social y se refiera a su trabajo como editora.

A medida que advertimos las grietas de esta armonía, nos damos cuenta que otro tema que aborda la película es cuanto pesa en el mundo contemporáneo la imagen que una persona proyecta, ya sea por su apariencia, por su trabajo o por lo que se dice de ella. Estereotipos, imágenes que elevan o hunden a una persona. Haneke (director y guionista) expone a Georges no sólo al juicio de los espectadores de cine sino también, dentro de la diégesis, al de los espectadores que ven su programa cultural de T.V. Constantemente en la historia se alude a sus fans y él en un minuto deberá hacerse cargo del lado negativo de tener esa imagen exitosa. Otros que deben cargar con el peso de su apariencia y los prejuicios racistas vinculados a su origen son unos tipos argelinos que se ven involucrados en el caso.

CACHÉ es también una película sobre los mecanismos de defensa en el amplio sentido del término. Sobre la memoria (que no es más que un montaje de imágenes) y la culpa. Sobre los lugares donde la escondemos para poder seguir viviendo, pero ¿Se puede esconder realmente? El lugar más resguardado es el inconsciente y es por eso que esta película finalmente trata del viaje obligado de un individuo hacia sus recuerdos más recónditos y conflictivos. Accedemos a ellos por medio del sueño del protagonista. Son las pistas que tenemos para acercanos a la verdad de los hechos. Ahora: ¿Es una imagen extraída de un sueño una pista confiable. Según el director austríaco tanto o nada como lo son las que reproducen los noticiarios. Las imágenes oníricas tienen el mismo tratamiento compositivo que las de las realidad. Eludiendo así, Haneke y Christian Berger (notable a cargo de la fotografía) cualquier lógica simbólica del tipo: ensoñación = nebulosidad, violencia= oscuridad...Más bien, todo lo contrario: las secuencias del sueño ostentan de mucha luminosidad; en contraposición a las escenas al interior de la casa que son cada vez más lùgubres. En ese sentido, es extraordinaria la secuencia en que Georges "se confiesa" ante Anne en la habitación en penumbra (le ha pedido a ella que no prenda la luz, último intento de mantener la máscara). Desde un ángulo fijo vemos Auteuil que relata sentado a modo de confesionario y de pie la silueta de Binoche lo escucha...

Los hechos del pasado que recuerda Laurent son aquellos que constituyen una identidad para siempre, esos que definen la forma en que te relacionas(arás) con quienes te rodean. De manera que lo más aterrorizante para Georges (y para el hombre en general) no es que espien su vida sino que le demuestren en su cara sus limitaciones y fantasmas. Lo desiquilibrante es constatar que se pueden evadir vivencias pero no desaparecerlas y asumir que ninguna burbuja que construya para vivir en paz, por perfecta que parezca, es invulnerable porque la mayor amenaza a esa estabilidad reside en su propia mente que lo hace ver (y creer) lo que quiere ver(y creer).

CACHÉ es un bocado exquisito para cinéfilos y un plato, quizás, demasiado contundente para el espectador de improviso, pero para todos será una pelicula con miles de texturas develadas y por revelar. La invitación está hecha.

viernes, septiembre 08, 2006

Maldita percepción


Verás mi perturbación voluntaria
elevada, rasgando nubes.
Verás tus rosas sangrientas
dibujando astros
en mi mente.
Un juego ilícito en las altas esferas de la distracción,
cadenas oxidadas a la pintura realista que exhiben tus labios.

Veneras el dolor de la piratería del alma
Mi alma, fantasmas dorados.

Maldita percepción.

Si debo lamer tu sombra,
limpiarla y estrujarla
prefiero una canción
ansiosa y cruel
como la que respiras.

viernes, agosto 04, 2006

DESAFECCIÓN

"Love is that kidness so rarely kind and never at all proper"
B.R Dignin

“Seré el espejo en el que te reflejarás...” es la cita a Lou Reed que primero leo al sentarme y ver los paneles de la puesta en escena de DESAFECCIÓN y la sentencia no es casual. La frase sirve, en general, para resumir la función del teatro con respecto a la realidad en la que vive el ser humano: develarla, identificarla, denunciarla, resemantizarla...y en particular, son las palabras que escoge su director Raúl Miranda (responsable también de la dramaturgia) para declarar en parte las motivaciones que lo llevan a crear este “acto mágico de reconstrucción de lo real”. Pero las conotaciones no se terminan ahí. El espejo y su efecto reflectante será la matriz de sentido que recorrerá la obra, tanto en su forma como en su contenido. La puesta en escena transmedial implica que la visión que tiene el espectador de los acontecimientos esté siempre mediada por un instrumento re-productor de imágenes, sea este el registro en video, las fotografías de los personajes, las citas o los propios actores que interpretan los roles. Las preguntas que lanza una y otra vez Miranda son ¿Alguno de ellos refleja lo auténtico? ¿Dónde quedó “el aura” (Benjamin) de las cosas? ¿Existe una realidad que apreciar o lo real es sólo una construcción hecha de proyecciones IMAGiNarias? Vaya a verla y conteste.
El montaje de DESAFECCIÓN, como el de la sociedad en que vivimos, se articula como un simulacro de existencia en el que cada sujeto/personaje cumple el rol que le designa el mercado una vez que lo ha tazado como objeto de consumo transable. Así, podemos ver a HOMBRE (Pablo Schwartz) MUJER (Viviana Herrera) y MUJERCITA (Blanca Lewin) inmersos en, como diría Lipovetsky: la era del vacío, discutiendo sobre sus formas individualistas de sobrevivir y relatando sus intentos (mecánicos, falsos, inútiles, egoístas, desesperados...) por alcanzar el bien más preciado y escaso: el amor o el verdadero placer. Todo objeto de consumo necesita de un fabricante, de un productor que lo comercialice en el mercado y en el caso de los mencionados quien los vende es HOMBRECITO (Eduardo Paxeco) sujeto vacío y estéril en todos los sentidos posibles, un recipiente en el que se depositan los distintos deseos, sueños, expectativas que se tengan con respecto a las relaciones de pareja... (¿No es eso amar? Es la nueva pregunta que flota en el aire...) Entonces él como un actor de primer nivel los interpretará (otra relación especular) para la satisfacción de su pareja / cliente a cambio de otros bienes preciados: dinero, status, poder, popularidad. Finalmente como fruto de la relación sólo queda la sensación de vacío, la desilusión. Las relaciones amorosas mercantiles “son castigadas” en el texto mediante la imposibilidad de los personajes involucrados de tener hijos, entendida metafóricamente como la incapacidad de trascender, de generar vida, pureza. En este sentido, el mensaje es claro: la obra aspira a crear conciencia en el espectador que está progresiva “desafección” en la que vivimos nos sumergirá en un espiral de soledad, anestesia, superficialidad y sin sentido.
Pero no sólo de imágenes visuales vive DESAFECCIÓN, también están las que proporcionan las palabras, el texto también se configura como un juego de espejos (¿o espejismos?) que desafía la propia naturaleza de las palabras al otorgar sentido a lo que sucede, al guiar al espectador (mediante las citas de los paneles del fondo) definiendo el estado emocional de los personajes y al mismo tiempo, renegando dichas connotaciones, pues lo que se habla está siempre impostado, sobreactuado, ya que cada uno de los participantes de la puesta en escena tiene plena conciencia de estarse MOSTRANDO frente a un público, ( nuevamente relación especular) hecho que queda más que claro cuando los actores se dirigen al público rompiendo la cuarta pared o se observan en el registro audiovisual. Se postula que la vida es teatro, un ESPECtáculo en el sentido etimológico de la palabra en el cual cada persona adopta una máscara para encarnar el rol más conveniente para sus propios intereses. Es en este tipo de situaciones cuando el “melodrama conceptual” le deja espacio al humor sarcástico, ironizando incluso con sus propias pretensiones artísticas por ejemplo, cuando el personaje de Schwartz dice que lo que les sucede parece una instalación que debería darse en los museos más importantes. La palabra, parece querer decirnos Miranda, siempre traiciona la esencia, a diferencia de la imagen que siempre la delata.
La preocupación de MINIMALE por lograr un montaje que conforme una estructura orgánica significante queda de manifiesto en todos los detalles de la puesta en escena como por ejemplo en el hecho que la música (muy adecuada) esté a cargo de Leo Quinteros y que al final de la obra suene su canción “Posiciones de resguardo” perteneciente al disco Leo Quinteros AHORA! en el que precisamente se aborda transversalmente el tema de cómo la mercantilización ha cubierto todos los ámbitos socio-culturales, siendo éste el último vínculo reflectante presente en la obra/instalación. No hay nada que comprar , yo no quiero pagar por lo que es mío o era...” dice la mentada canción y la sentencia tampoco es casual.

martes, agosto 01, 2006

¿Quién (no) le teme a la verdad?


¿Quién le teme a Virgina Woolf?

“Verdad o ilusión ¿Cuál es la diferencia?” se pregunta uno de los personajes de esta obra dirigida por Willy Semler y durante un rato de la función, los espectadores tampoco sabemos la respuesta. Al pagar la entrada, accedemos a ser el quinto invitado a la velada que comparten George (Tomás Vidiella) y Martha (Blanca Mallol) junto a un matrimonio joven (Álvaro Espinoza y Francisca Imboden). Ellos mantendrán, mediante una dinámica de diálogo intrigante, una conversación llena de alcohol, sarcasmos, crueldades y revelación. (por lo que contar demasiado lo que sucede puede ser pecado)

- ¡“Están todos locos”! dirá Espinoza cuando las confesiones alcancen niveles devastadores.

- Es nuestro refugio cuando la IRREALIDAD del mundo nos pesa demasiado responderá Martha.

¿Las cosas son reales porque suceden o se vuelven reales porque tomamos conciencia de ellas? Según este extraordinario texto de Albee, la verdad o mentira de los hechos en la historia de cada uno es relativa en cuanto podemos construirla o desecharla en nuestra mente. A final de cuentas, el mundo y la forma en que se articulan las relaciones humanas son convenciones. En la obra, la vida es un JUEGO de representación en la cual cada uno encarna el rol que más le conviene o que le permite sobrevivir sin tanto miedo, pues encarar la realidad es una pesadilla, un abismo desolado y silencioso en el que te sumerges cuando se acaban las palabras, el fingimiento y los efectos del alcohol. Cuando caen las máscaras, el amor se parece demasiado al odio, la locura a la lucidez, el sufrir a vivir y viceversa. Aparece el otro motivo que cruza la obra: la ambición, el arribismo, las relaciones simbióticas.

Ver ¿Quién le teme a Virgina Woolf? es una experiencia inquietante y desgarradora, ya que desde nuestra posición de voyeur tenemos una posición privilegiada para develar los instintos, oscuridades y dolores más recónditos del alma humana. Los personajes hacen catarsis frente a nuestros ojos para que, una vez que se apagan las luces y termina la función continuemos protagonizando la nuestra.